miércoles, 9 de marzo de 2011

LA CUARESMA

Hemos llegado al inicio de la Cuaresma, es decir, empieza el ciclo pascual de la Iglesia. Ciertamente, en el centro encontramos el misterio de la PASIÓN, MUERTE Y RESURRECCIÓN DEL SEÑOR. Son cuarenta días de preparación intensa, y posteriormente cincuenta días de celebración de la Pascua salvadora de Jesucristo y de la presencia de su Espíritu en la Iglesia y en el mundo.



El camino que Jesús nos invita a recorrer en este tiempo es el camino que él asumió por cada uno de nosotros para librarnos del domino del pecado y ofrecernos la libertad de los hijos de Dios.


La cuaresma es el tiempo maravilloso que Dios, a través de su Iglesia, nos ofrece para “vencer al espíritu del mal”. Al mismo tiempo se nos ofrecen dos formas de mirar: 1) una sobre el camino de Jesús, evocado el primer domingo con el relato de las tentaciones; 2) otra sobre nuestro propio camino.

La cuaresma es un llamado constante a reducir la distancia existente entre nuestro camino y el camino de Jesús, a acoplarnos cada día más y más a la imagen del Hijos de Dios, o como dice san Pablo: llegar a la estatura de CRISTO.

La Cuaresma es una llamada a reconocer nuestro pecado, no sólo a constatar el pecado de los demás, cosa que, tanto la cultura como nuestras vidas están acostumbrados a practicar; es decir, reconocer que somos egoístas, frívolos, interesados, sensuales, apegados a lo que tenemos, distantes de los demás, que rechazamos con frecuencia el diálogo y el perdón, incapaces de reconocer nuestras debilidades ante los demás e inclinados a la autocomplacencia. La Cuaresma es una llamada a arrepentirnos y a convertirnos al Dios del Amor y el Perdón, que ha hecho su obra en Jesucristo. En pocas palabras es un tiempo “favorable”.

Podríamos afirmar que es como un sacramento: signo eficaz de salvación. Claro está que esto último solamente para quien se dispone a vivir con intensidad dicha experiencia de encuentro con Cristo a través de actitudes nuevas y compromisos firmes.


Cada elemento que la Cuaresma nos presenta y ofrece es para nuestro crecimiento espiritual. Aprovechemos este tiempo de Dios para nosotros.

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