Con este signo, elemento natural, símbolo de muerte que indica que ya no hay vida ni posibilidad de que la haya, iniciamos un camino de oración, ayuno y limosna. Nos imponemos este elemento sobre nuestras cabezas pero no con un sentido negativo u oscuro de la vida, pues el cristiano debe ver su vida positivamente. La ceniza se convierte para nosotros al mismo tiempo en un motivo de esperanza y superación. Las cenizas sobre nuestras cabezas simbolizan todo el programa cuaresmal de la Iglesia, como un momento en el cual cada uno de nosotros empieza a entrar en su corazón y comienza a caminar hacia la Pascua, el encuentro pleno con Cristo. Es el reconocimiento de nuestro pecado y nuestra debilidad: “acuérdate que eres polvo y en polvo te has de convertir”. Es el signo de nuestro arrepentimiento y de nuestro camino de conversión renovado: “arrepiéntete y cree en el Evangelio”.
Es necesario que toda la ambientación de la Iglesia y el estilo de la celebración ayuden al clima nuevo de la Cuaresma: ausencia de flores, cantos adecuados, silencio de la música, se suprime el “Gloria” y el “Aleluya”, que no volverán a sonar hasta la Vigilia Pascual; se resalta una Cruz grande y desnuda en el presbiterio, y carteles o rótulos con frases que inviten al clima cuaresmal.
El programa cuaresmal consiste en obtener una vida nueva a imagen de nuestro Señor Jesucristo. Por esta razón se nos proponen tres gestos tradicionales mencionados anteriormente: la oración, momento tranquilo de nuestra comunicación con Dios, para escuchar su Palabra y para expresar nuestra confianza, en un mundo que ignora la oración y se olvida de Dios. El ayuno, esfuerzo de austeridad personal en la comida, en los gastos, en la ostentación exterior en un clima social tan inclinado a valorar la riqueza y la sensualidad. La limosna, signo de la generosidad hacia los demás, especialmente a los más necesitados
Además de estos tres elementos necesarios para nuestro crecimiento espiritual, te invito a no olvidar realizar tus propósitos cuaresmales de cambio, de conversión o de sacrificio para interceder por todos aquellos que viven lejos de Dios y necesitan convertir sus vidas para alcanzar la salvación. ¡DIOS CON NOSOTROS! ¡ANIMO!
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