miércoles, 9 de marzo de 2011

EL MIÉRCOLES DE CENIZA CATÓLICO


Con este signo, elemento natural, símbolo de muerte que indica que ya no hay vida ni posibilidad de que la haya, iniciamos un camino de oración, ayuno y limosna. Nos imponemos este elemento sobre nuestras cabezas pero no con un sentido negativo u oscuro de la vida, pues el cristiano debe ver su vida positivamente. La ceniza se convierte para nosotros al mismo tiempo en un motivo de esperanza y superación. Las cenizas sobre nuestras cabezas simbolizan todo el programa cuaresmal de la Iglesia, como un momento en el cual cada uno de nosotros empieza a entrar en su corazón y comienza a caminar hacia la Pascua, el encuentro pleno con Cristo. Es el reconocimiento de nuestro pecado y nuestra debilidad: “acuérdate que eres polvo y en polvo te has de convertir”. Es el signo de nuestro arrepentimiento y de nuestro camino de conversión renovado: “arrepiéntete y cree en el Evangelio”.

Es necesario que toda la ambientación de la Iglesia y el estilo de la celebración ayuden al clima nuevo de la Cuaresma: ausencia de flores, cantos adecuados, silencio de la música, se suprime el “Gloria” y el “Aleluya”, que no volverán a sonar hasta la Vigilia Pascual; se resalta una Cruz grande y desnuda en el presbiterio, y carteles o rótulos con frases que inviten al clima cuaresmal.

El programa cuaresmal consiste en obtener una vida nueva a imagen de nuestro Señor Jesucristo. Por esta razón se nos proponen tres gestos tradicionales mencionados anteriormente: la oración, momento tranquilo de nuestra comunicación con Dios, para escuchar su Palabra y para expresar nuestra confianza, en un mundo que ignora la oración y se olvida de Dios. El ayuno, esfuerzo de austeridad personal en la comida, en los gastos, en la ostentación exterior en un clima social tan inclinado a valorar la riqueza y la sensualidad. La limosna, signo de la generosidad hacia los demás, especialmente a los más necesitados

Además de estos tres elementos necesarios para nuestro crecimiento espiritual, te invito a no olvidar realizar tus propósitos cuaresmales de cambio, de conversión o de sacrificio para interceder por todos aquellos que viven lejos de Dios y necesitan convertir sus vidas para alcanzar la salvación. ¡DIOS CON NOSOTROS! ¡ANIMO!

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