Queridos hermanos:
En esta ocasión, he querido hacer un alto en los artículos que les propongo, sólo para felicitar de todo corazón a la comunidad CRISTIANA-CATÓLICA-AYUTLENSE que hizo un alto a sus actividades el día 02 de noviembre para poder dedicarle a Dios un momento de intensa oración de intercesión por quienes se nos han adelantado en el camino de la vida, me refiero a nuestros Difuntos.
Para mí fue muy edificante su presencia y participación desde el Atrio hasta el Campo-Santo. Admiro en ustedes su capacidad para integrarse en un proyecto antiguo y nuevo como fue la propuesta de peregrinar orando por nuestros familiares difuntos. Recuerda que una fe escondida es una fe que no produce frutos, mientras que una fe que se expresa no sólo en palabras sino en hechos, y de una forma pública, produce abundantes frutos no sólo para cada uno de nosotros en particular, sino para nuestras familias y nuestra comunidad. Podríamos decir que es una forma de evangelizar también a quienes, respetablemente, gustan de ser espectadores y no actores en las actividades que se proponen para el crecimiento de nuestra fe.
Quiero agradecer a Dios por todos y cada uno de los que colaboraron directa o indirectamente en alguna de las actividades que se realizaron (quienes se esforzaron para construir el altar de muertos en la sala de espera del panteón
–capilla-; elementos para la convivencia –café, pan, música, agua, etc.– quienes ofrecieron su tiempo y trabajo para alcanzar el objetivo propuesto).
Pido a Dios por todos y cada uno de ustedes, para que luchemos por vivir en unidad, creciendo y caminando juntos hacia el encuentro del Señor.
¡EL SEÑOR NOS BENDIGA!
En esta ocasión, he querido hacer un alto en los artículos que les propongo, sólo para felicitar de todo corazón a la comunidad CRISTIANA-CATÓLICA-AYUTLENSE que hizo un alto a sus actividades el día 02 de noviembre para poder dedicarle a Dios un momento de intensa oración de intercesión por quienes se nos han adelantado en el camino de la vida, me refiero a nuestros Difuntos.
Para mí fue muy edificante su presencia y participación desde el Atrio hasta el Campo-Santo. Admiro en ustedes su capacidad para integrarse en un proyecto antiguo y nuevo como fue la propuesta de peregrinar orando por nuestros familiares difuntos. Recuerda que una fe escondida es una fe que no produce frutos, mientras que una fe que se expresa no sólo en palabras sino en hechos, y de una forma pública, produce abundantes frutos no sólo para cada uno de nosotros en particular, sino para nuestras familias y nuestra comunidad. Podríamos decir que es una forma de evangelizar también a quienes, respetablemente, gustan de ser espectadores y no actores en las actividades que se proponen para el crecimiento de nuestra fe.
Quiero agradecer a Dios por todos y cada uno de los que colaboraron directa o indirectamente en alguna de las actividades que se realizaron (quienes se esforzaron para construir el altar de muertos en la sala de espera del panteón
–capilla-; elementos para la convivencia –café, pan, música, agua, etc.– quienes ofrecieron su tiempo y trabajo para alcanzar el objetivo propuesto).
Pido a Dios por todos y cada uno de ustedes, para que luchemos por vivir en unidad, creciendo y caminando juntos hacia el encuentro del Señor.
¡EL SEÑOR NOS BENDIGA!
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